Alex Karp no aparece en los titulares con la frecuencia de Elon Musk, pero su poder real es más silencioso y más peligroso, como CEO de Palantir Technologies, Karp es el arquitecto del software de vigilancia que hoy alimenta la maquinaria de deportación de migrantes en Estados Unidos.
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Su plataforma, Gotham, es usada por ICE, la agencia federal encargada de rastrear, detener y expulsar a personas en situación migratoria irregular. El contrato más reciente entre Palantir e ICE, firmado en 2024, asciende a 30 millones de dólares. Esa cifra convierte a Palantir en el cerebro digital del sistema que criminaliza la migración y destruye vidas en silencio.
Aunque Karp se define como un liberal crítico de Trump, en la práctica ha facilitado con su tecnología la ejecución de las políticas más duras contra migrantes. En 2025, ya actúa como el nuevo aliado tecnológico del trumpismo. Mientras Musk se desgasta en batallas mediáticas, Karp avanza como el tecnócrata frío que construye los sistemas de control del futuro.
Palantir nació prometiendo proteger a los más vulnerables. Dos décadas después, es la herramienta favorita de agencias que persiguen, vigilan y deportan, todo sin supervisión pública real. Su software integra millones de datos biométricos, geolocalización, historiales médicos y os personales. Todo eso se convierte en objetivos marcados por el sistema, sin juicio ni defensa.
Una carta firmada por exempleados, publicada en mayo por NPR, acusa a la empresa de «cómplice en crímenes contra la humanidad». Denuncian que Karp ha abandonado cualquier principio ético en favor del lucro y el poder. El documento afirma que Palantir ayuda a sostener un sistema que convierte a seres humanos en cifras, y a la migración en una amenaza a eliminar.
Organizaciones como la Red en Defensa de los Derechos Digitales llevan años advirtiendo sobre el uso de tecnologías de vigilancia sin controles democráticos. Su informe más reciente, El estado de la vigilancia, revela cómo Palantir opera sin transparencia, sin consentimiento informado y violando principios básicos de derechos humanos.
Hoy, con el respaldo del complejo militar y de seguridad estadounidense, Karp vende su capacidad para operar “en el caos” como una virtud de mercado. En la carta a inversionistas del primer trimestre de 2025, Palantir presume 884 millones de dólares en ingresos y un crecimiento del 39 %. Entre sus clientes están el Pentágono, la CIA, el Departamento de Defensa y las principales agencias de inteligencia occidental.
El resultado es claro: miles de personas migrantes son rastreadas, detenidas y deportadas con la ayuda de un software que fue diseñado para eso. Y Karp lo sabe.
Su figura es inquietante: un filósofo que predica el pacifismo mientras alimenta guerras híbridas; un intelectual de izquierda que fortalece la infraestructura digital del autoritarismo.