El presidente de El Salvador de Nayib Bukele vuelve a exhibir su rostro autoritario, esta vez, la víctima es El Faro, el medio de investigación más reconocido de ese país, que denuncia una nueva ofensiva judicial por haber revelado un escándalo mayor: el pacto de Bukele con pandillas para llegar al poder.
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La Fiscalía, lejos de investigar los delitos confesados por cabecillas de maras, parece más preocupada en silenciar al mensajero. Según Carlos Dada, director del medio, están «preparando órdenes de captura» contra los periodistas que firmaron el reportaje, entre ellos los hermanos Óscar y Carlos Martínez.
Las entrevistas, publicadas entre jueves y sábado, dan voz a dos jefes del Barrio 18 que hablan sin tapujos: las maras facilitaron la llegada de Bukele al poder, primero como alcalde y luego como presidente, a cambio de dinero y beneficios en las cárceles.
En lugar de responder con transparencia, el gobierno responde con intimidación. No es la primera vez. Pero ahora el mensaje es más brutal: quien toque al presidente, paga con cárcel.
Una justicia secuestrada
El comisionado presidencial de Derechos Humanos, Andrés Guzmán, dijo que en El Salvador «se garantiza la libertad de expresión». Pero acto seguido, soltó una amenaza apenas disfrazada: «la legalidad rige para todos, incluidos los periodistas».
Mientras tanto, los simpatizantes de Bukele lanzan acusaciones de «apología del delito» contra El Faro por hablar con pandilleros. Y el presidente, fiel a su estilo, no responde a los hechos, sino que ataca: dice que los «medios globalistas» están molestos porque él «les arruinó el negocio» al reducir la violencia.
Esa reducción, sin embargo, tiene trampa. Ya en 2020 El Faro había expuesto un pacto entre Bukele y las maras. Ahora, los nuevos testimonios lo confirman: el gobierno permitió extorsiones, homicidios selectivos y entradas libres a las cárceles para negociar con los capos.
«Los videos que hicieron eran pantomima», dijo Carlos Cartagena, alias Charly de la IVU. Lo grabaron a cara descubierta. No le teme a Bukele. Pero los periodistas que lo entrevistaron podrían terminar tras las rejas.
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